En agosto de 1804 partió del puerto de Montevideo una
flotilla de la Real Armada española compuesta por cuatro fragatas, rumbo a
Cádiz. Los cuatro barcos, Fama, Medea, Mercedes y Clara, venían
cargados con caudales del Virreinato del Perú que, aprovechando la ausencia de
hostilidades con Inglaterra, pretendían llevar a la Península. El jefe de la escuadra
era José de Bustamante. El segundo comandante era Diego de Alvear, que viajaba
en la Medea junto a uno de sus hijos.
El resto de su familia, mujer y siete hijos más, volvían, a bordo de la Mercedes, de vuelta a España después de
varios años de estancia en América.
Unos
movimientos malinterpretados de buques españoles en el Cantábrico motivaron que
los ingleses enviaran otra flotilla de cuatro fragatas con la idea de detener a
la expedición española que volvía con caudales de América y llevarla a
Inglaterra. Se libró una batalla frente al cabo de Santa María. Los ingleses,
superiores ante una escuadra desprevenida, hicieron estallar y hundieron la Mercedes y redujeron las otras tres
fragatas, que fueron conducidas a la costa inglesa. Con la Mercedes se hundieron al menos 275 personas, y más de medio millón
de monedas.
En 2007 una
empresa norteamericana de exploración submarina, Odyssey, que había localizado el pecio hundido, sacó a la superficie
las monedas y se las llevó a Florida. España reclamó el tesoro rescatado ante
la justicia estadounidense y, después de varios contenciosos, la Corte Suprema
de Estados Unidos sentenció que el tesoro debía regresar a España.
La mayor parte
de las 500.000 monedas, acuñadas en Lima en 1803, eran reales de a 8. Esa
moneda, que se llamó también peso fuerte, peso duro o dólar español, era en
aquella época la divisa mundial de referencia. Fue además la primera moneda de
curso legal en los Estados Unidos de América, donde se usó hasta 1857. Pocos
saben hoy que el símbolo del dólar $ tomó sus rayas verticales del escudo que
llevaban aquellas monedas españolas. El escudo de España, entonces y ahora,
está flanqueado por las columnas de Hércules.
Algunas de
aquellas monedas hundidas pertenecían a la Real Hacienda española, pero otras
eran sueldos ahorrados por oficiales y marineros. Con la Mercedes llegaron al fondo del mar también monedas de oro de ocho
escudos. España pudo demostrar ante la justicia estadounidense que la Mercedes era un buque de Estado por tres
razones: figura en el registro de 1804 del Estado General de la Armada, portaba
la bandera bicolor con escudo de la Real Armada, y el viaje era una misión de
Estado: no sólo traía a España caudales del Virreinato del Perú y otros efectos
oficiales, sino que también a la ida había llevado a América papel timbrado y
mercurio de Almadén, sobre los que existía el monopolio real.
Lo curioso del
asunto es que no se pudo demostrar que el barco no era una empresa particular,
sino una misión de Estado, hasta que se dio, tras muchas indagaciones mientras
avanzaban los litigios, con algunos documentos clave. Pocos españoles pueden
imaginar que el Archivo General de la Marina no está en Madrid, ni tampoco en
ninguna ciudad portuaria, sino en las estribaciones del sur de La Mancha y de
la provincia de Ciudad Real, a más de 300 kilómetros del mar.
El Palacio del Marqués de Santa Cruz,
en Viso del Marqués, acoge fondos de la Armada española desde el siglo XVIII al
XX. Y entre esos fondos apareció, por ejemplo, la hoja de servicio de José
Manuel Goycoa y Labart, comandante de la fragata Mercedes, en la que se especifica la causa de su fallecimiento en
el combate contra los ingleses. Apareció también un oficio del Generalísimo D.
Manuel Godoy, de 1802, en el que daba cuenta de los caudales y efectos valiosos
que permanecían en Lima, y de la conveniencia de traerlos a España, para lo que
enviaba para allá las fragatas Mercedes
y Clara.
Estos días sofocantes de julio el
Palacio acoge en algunas de sus salas una exposición que recuerda estos sucesos,
y además una pequeña muestra de las monedas rescatadas que originaron el pleito
internacional, y que finalmente llegaron a España en 2012. Visitar de nuevo el
Palacio de Viso del Marqués, con sus frescos italianos en recuerdo de las
batallas navales de Álvaro de Bazán, sus anchos salones adornados con motivos
mitológicos, ya es algo que merece la pena. Conocer las curiosidades de la
Historia, a partir de un puñado de monedas rescatadas del mar, más aún.
Imagino que empresas como Odyssey generarán millones de dólares con sus hallazgos y rescates submarinos. En este caso, el término más repetido en la exposición es menos amable: expolio. Otro de los condicionantes legales que se tuvieron en cuenta para desautorizar a la empresa estadounidense es que el barco hundido era además el cementerio de al menos 275 personas. La profanación de un lugar así incumple la legislación internacional. Hoy las monedas de plata están en España, y no sé si es lo justo o lo más razonable. La Historia, y la memoria de aquellos que se tragó el mar, están en los dos lados, en Europa y en América.
Imagino que empresas como Odyssey generarán millones de dólares con sus hallazgos y rescates submarinos. En este caso, el término más repetido en la exposición es menos amable: expolio. Otro de los condicionantes legales que se tuvieron en cuenta para desautorizar a la empresa estadounidense es que el barco hundido era además el cementerio de al menos 275 personas. La profanación de un lugar así incumple la legislación internacional. Hoy las monedas de plata están en España, y no sé si es lo justo o lo más razonable. La Historia, y la memoria de aquellos que se tragó el mar, están en los dos lados, en Europa y en América.
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