lunes, 13 de julio de 2015

Memoria y monedas de plata en Viso del Marqués

En agosto de 1804 partió del puerto de Montevideo una flotilla de la Real Armada española compuesta por cuatro fragatas, rumbo a Cádiz. Los cuatro barcos, Fama, Medea, Mercedes y Clara, venían cargados con caudales del Virreinato del Perú que, aprovechando la ausencia de hostilidades con Inglaterra, pretendían llevar a la Península. El jefe de la escuadra era José de Bustamante. El segundo comandante era Diego de Alvear, que viajaba en la Medea junto a uno de sus hijos. El resto de su familia, mujer y siete hijos más, volvían, a bordo de la Mercedes, de vuelta a España después de varios años de estancia en América.

         Unos movimientos malinterpretados de buques españoles en el Cantábrico motivaron que los ingleses enviaran otra flotilla de cuatro fragatas con la idea de detener a la expedición española que volvía con caudales de América y llevarla a Inglaterra. Se libró una batalla frente al cabo de Santa María. Los ingleses, superiores ante una escuadra desprevenida, hicieron estallar y hundieron la Mercedes y redujeron las otras tres fragatas, que fueron conducidas a la costa inglesa. Con la Mercedes se hundieron al menos 275 personas, y más de medio millón de monedas.

         En 2007 una empresa norteamericana de exploración submarina, Odyssey, que había localizado el pecio hundido, sacó a la superficie las monedas y se las llevó a Florida. España reclamó el tesoro rescatado ante la justicia estadounidense y, después de varios contenciosos, la Corte Suprema de Estados Unidos sentenció que el tesoro debía regresar a España.

         La mayor parte de las 500.000 monedas, acuñadas en Lima en 1803, eran reales de a 8. Esa moneda, que se llamó también peso fuerte, peso duro o dólar español, era en aquella época la divisa mundial de referencia. Fue además la primera moneda de curso legal en los Estados Unidos de América, donde se usó hasta 1857. Pocos saben hoy que el símbolo del dólar $ tomó sus rayas verticales del escudo que llevaban aquellas monedas españolas. El escudo de España, entonces y ahora, está flanqueado por las columnas de Hércules.


         Algunas de aquellas monedas hundidas pertenecían a la Real Hacienda española, pero otras eran sueldos ahorrados por oficiales y marineros. Con la Mercedes llegaron al fondo del mar también monedas de oro de ocho escudos. España pudo demostrar ante la justicia estadounidense que la Mercedes era un buque de Estado por tres razones: figura en el registro de 1804 del Estado General de la Armada, portaba la bandera bicolor con escudo de la Real Armada, y el viaje era una misión de Estado: no sólo traía a España caudales del Virreinato del Perú y otros efectos oficiales, sino que también a la ida había llevado a América papel timbrado y mercurio de Almadén, sobre los que existía el monopolio real.

         Lo curioso del asunto es que no se pudo demostrar que el barco no era una empresa particular, sino una misión de Estado, hasta que se dio, tras muchas indagaciones mientras avanzaban los litigios, con algunos documentos clave. Pocos españoles pueden imaginar que el Archivo General de la Marina no está en Madrid, ni tampoco en ninguna ciudad portuaria, sino en las estribaciones del sur de La Mancha y de la provincia de Ciudad Real, a más de 300 kilómetros del mar.

El Palacio del Marqués de Santa Cruz, en Viso del Marqués, acoge fondos de la Armada española desde el siglo XVIII al XX. Y entre esos fondos apareció, por ejemplo, la hoja de servicio de José Manuel Goycoa y Labart, comandante de la fragata Mercedes, en la que se especifica la causa de su fallecimiento en el combate contra los ingleses. Apareció también un oficio del Generalísimo D. Manuel Godoy, de 1802, en el que daba cuenta de los caudales y efectos valiosos que permanecían en Lima, y de la conveniencia de traerlos a España, para lo que enviaba para allá las fragatas Mercedes y Clara.

Estos días sofocantes de julio el Palacio acoge en algunas de sus salas una exposición que recuerda estos sucesos, y además una pequeña muestra de las monedas rescatadas que originaron el pleito internacional, y que finalmente llegaron a España en 2012. Visitar de nuevo el Palacio de Viso del Marqués, con sus frescos italianos en recuerdo de las batallas navales de Álvaro de Bazán, sus anchos salones adornados con motivos mitológicos, ya es algo que merece la pena. Conocer las curiosidades de la Historia, a partir de un puñado de monedas rescatadas del mar, más aún.

Imagino que empresas como Odyssey generarán millones de dólares con sus hallazgos y rescates submarinos. En este caso, el término más repetido en la exposición es menos amable: expolio. Otro de los condicionantes legales que se tuvieron en cuenta para desautorizar a la empresa estadounidense es que el barco hundido era además el cementerio de al menos 275 personas. La profanación de un lugar así incumple la legislación internacional. Hoy las monedas de plata están en España, y no sé si es lo justo o lo más razonable. La Historia, y la memoria de aquellos que se tragó el mar, están en los dos lados, en Europa y en América.

No hay comentarios:

Publicar un comentario