sábado, 24 de octubre de 2015

Fray Junípero Serra y las misiones españolas en California

El Papa Francisco visitó hace poco más de un mes la costa Este de los Estados Unidos, y uno de los aspectos que pasaron más desapercibidos en su gira americana fue precisamente una canonización, la del fraile español Junípero Serra, llevada a cabo en Washington. En nuestro país el nombre no es muy conocido, pero en los libros escolares de Historia en California, el padre Junípero Serra aparece siempre en las primeras páginas, como una figura fundamental para entender la Historia del estado. De hecho, fray Junípero Serra es considerado aquí el fundador de California. En Washington justamente, en el Capitolio, en el Salón Nacional de las Estatuas de Estados Unidos, la de fray Junípero Serra es una de las dos estatuas que representan al estado de California. Es la única estatua, de las cien, dedicada a un español.


         Los marineros y exploradores españoles ya habían llegado a las costas de la actual California a mediados del siglo XVI, y entrado en contacto con los indígenas, y bautizado con nombres del santoral católico todos los lugares por donde los llevaban sus expediciones, pero no se establecieron en ese territorio árido y poco poblado hasta mucho después. En el siglo XVII, los religiosos españoles, sobre todo jesuitas, empezaron a crear una red de misiones a lo largo de la península de la Baja California, a partir de la Misión de Nuestra Señora de Loreto, en el Golfo de California, que aun así quedaba muy lejos del centro de poder del Virreinato de Nueva España, en la ciudad de México. En el XVIII, la amenaza de los ingleses y los rusos, que llegaban desde el norte para comerciar en la Alta California, llevó a la necesidad de crear allí también este tipo de asentamientos, para asegurar la presencia española en el territorio.

         Y en ese momento cobra importancia la figura de Junípero Serra. El fraile había dejado muy joven la isla de Mallorca para viajar a las Américas. En 1749 partió de Cádiz junto a otros veinte misioneros franciscanos, hicieron escala en Puerto Rico y llegaron al puerto de Veracruz, en la costa caribeña de México. Junípero Serra fue conocido por sus grandes caminatas, a pesar de que estaba un poco impedido de una pierna, caminatas que aprovechaba para ir predicando entre los indígenas que encontraba. La primera de ellas fue desde Veracruz a la ciudad de México. Durante nueve años fundó iglesias y misiones en la Sierra Gorda de Querétaro, y después volvió a la capital mexicana. En 1767 partió del puerto de San Blas rumbo a la Baja California, hacia la misión de Loreto, donde él y los demás frailes franciscanos se harían cargo de los dominios de los jesuitas, que habían sido expulsados por el rey Carlos III del imperio español.

         Y en 1769 formó parte de una expedición terrestre que es considerada el acto fundacional de California. Junto al capitán Gaspar de Portolá atravesó los desiertos que llevan hacia el norte, con una comitiva de frailes y de ganado, con la idea de asentarse en el territorio de la Alta California. Llegaron a la bahía de San Diego en el verano de 1769, donde ya los esperaban otros españoles que habían llegado en barco, y aquí fundaron la Misión de San Diego de Alcalá. Es la primera de las veintiuna misiones españolas en territorio de California, construidas entre San Diego y San Francisco, a lo largo de lo que hoy aún se llama, con palabras castellanas, El Camino Real.

         Los españoles construyeron misiones en zonas donde había agua y buena tierra, allí donde había bastante población indígena, generalmente chumash y miwok, con la idea de evangelizar y, sobre todo, de controlar el territorio mediante asentamientos que probaran su presencia constante ante otras aspiraciones extranjeras. Hoy en día las misiones de California están restauradas, gracias al esfuerzo que a principios del siglo XX hicieron algunas personas que quisieron reivindicar la particularidad de los orígenes hispanos de este estado, con respecto a la historia oficial de la nación que se rebeló en la otra costa contra los ingleses, precisamente en las mismas fechas en que Serra y los otros frailes fundaban las misiones franciscanas.

       En las misiones había una basílica, centro de la vida religiosa de la nueva comunidad, pero también talleres de alfarería, de carpintería, de curtiduría, había cocinas, tiendas, una casa con cuartos modestos para los frailes, edificios separados donde vivían los indios, cercas para guardar el ganado.   Dentro de los muros que protegían la misión había una plaza espaciosa, con una torre de campana, y huertos y jardines donde además de los rosales hoy todavía se levantan los mismos naranjos, limoneros, parras y olivos añejos que fueron plantados por los frailes.


         Cada misión está separada de la siguiente por entre 50 y 75 millas, que es aproximadamente la distancia de una jornada a caballo. Después de la de San Diego de Alcalá, fray Junípero Serra participó en la fundación de otras nueve en los años siguientes: San Antonio de Padua, San Gabriel (que está dentro de la ciudad de Los Ángeles), San Luis Obispo de Tolosa, San Juan Capistrano, San Buenaventura o San Francisco de Asís (en la península de San Francisco, hoy dentro de la ciudad). Y él se estableció finalmente en el norte, en la Misión San Carlos Borromeo, justo al lado del Presidio de Monterey, en lo que hoy es la bella y exclusiva ciudad de Carmel-by-the-Sea.

         Aún le dio tiempo a viajar a la capital de México en 1773 para quejarse ante el virrey de ciertas actuaciones del comandante de la Alta California, que interfería demasiado en la vida de las misiones. Entregó al virrey un informe, la Representación sobre la conquista temporal y espiritual de la Alta California, en el que reclamaba un moderno concepto de autonomía de las misiones sobre los territorios y las personas con las que trabajaban. Volvió a las misiones del norte, y murió en la de San Carlos Borromeo en 1784. Ahí, en Carmel-by-the-Sea, que es sobre todo conocida por ser la ciudad de Clint Eastwood, está enterrado el padre de California, Junípero Serra, frente al altar de la basílica de la misión.

           Ahora que el Papa ha hecho santo a este español mexicano y americano, ha habido protestas en comunidades indígenas de California por este reconocimiento de la Iglesia Católica, y ésta es una de las causas de que la canonización se hiciera con poca pompa y publicidad. Los frailes atraían a los nativos a sus comunidades con las promesas de seguridad y protección, de abundancia, y también con promesas espirituales. Pero lógicamente hubo castigos, sometimiento, asimilación forzada, como en todo asentamiento europeo en América, y también revueltas violentas en algunas misiones. Sin ir más lejos, los indios asaltaron y destruyeron la Misión de San Diego en 1774, matando a varios religiosos. Volvemos, pues, al delicado asunto de la presencia europea en el continente americano. Pero no es una mala ocasión para que España empiece a conocer a uno de sus grandes aventureros de sotana y sandalias y sombrero de teja, uno de tantos que estrechan los lazos entre lo de aquí y lo de allá.

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